Hormonas de bienestar también se liberan con una caricia, palabras afectuosas y/o
abrazos hacia nosotros mismos.
La doctora Kristen Neff, Psicóloga educativa de la Universidad de Texas Austin en
Estados Unidos y una de las líderes de impacto beneficioso en la salud de la
autocompasión, explica la razón por la cual podemos ser compasivos con otras
personas y no mucho con nosotros mismos: Cuando algo no nos sale bien, por
ejemplo en el trabajo, llegamos tarde a una cita, nos deja el avión o no cumplimos
con un compromiso interno de seguir una dieta, el mecanismo de estrés se activa
generando la misma reacción de supervivencia; ósea como si nuestra propia
existencia estuviera en riesgo y huimos, nos enfrentamos o nos congelamos.
Nos enfrentamos cuando recibimos crítica e insultos de nosotros mismos. Nos
tratamos como si fuéramos adversarios y nos convertimos en atacantes y atacados
al mismo tiempo, así que no nos sentimos en la mejor disposición para sentir
compasión por nuestro agresor que en este caso somos nosotros mismos.
Mindfulness es una maravillosa herramienta para caer en cuenta de la situación y
poder romper el proceso de reacción inconsciente y en lugar razonar, darnos cuenta
de nuestro diálogo interno y de esa manera poder decidir responder de manera
consciente dándonos la capacidad de contemplar que la vulnerabilidad es universal,
que todos en este mundo somos imperfectos y nos equivocamos. Al tener claridad
de lo que ocurre, es posible ejercitar compasión con nosotros mismos reconociendo
la emoción (tristeza, frustración, miedo…) acogiéndola como algo que también
pertenece en nuestro ser, y siendo amables con unas palabras de aceptación,
cariño, una caricia, un abrazo, o preguntándonos lo que necesitamos en ese
momento. Una siesta, descanso, escribir, escuchar música. Poder parar unos
instantes y darnos lo que podamos escuchar de nuestro interior para aliviar el
malestar.
Mindfulness es el aprecio por el momento presente sin juzgar. Es poder estar cada
instante con lo que hay.