APROXIMACIÓN A LA FELICIDAD

Pasión y Propósito

Que tan rico ser felices ¿verdad?, ¿es difícil ser feliz? El mismo concepto no es tan claro, pero tiene cualidades de vida con los cuales instintivamente podemos reconocer…o no. Hay muchas aproximaciones para definir la felicidad incluidas las de los doctores Sonja Lyuobomirski y Tal Ben Shahar, dentro de las cuales rescato esos ingredientes que podemos tomar como identificadores de estar felices o no, como la experiencia de júbilo, placer, gozo, bienestar, combinado con una sensación de propósito, que la vida tiene significado y que vale la pena.

En general se identifica éxito con felicidad, y, además, éxito con logros externos tales como cosas materiales, estatus social, posición económica, logros profesionales, placer y gozo entre otros. Sin embargo, si vamos más a fondo en los ingredientes de la felicidad, el propósito, el aprecio, validación y valoración de la vida muchas veces quedan segregados, dejados a un lado. Estos son los ingredientes internos sin los cuales se desbalancea la ecuación de nuestro ser, desviándonos de ese anhelado estado de felicidad.

Donde ponemos la atención ponemos la energía, y si se la estamos poniendo toda en lo exterior, nuestras emociones y estado de gratificación serán contingentes a lo que los demás opinen de nosotros, a los logros, a si somos adecuados de acuerdo a lo que la sociedad y nuestro entorno espera de nosotros, a la cantidad de cosas que tengamos, a lo que nos da placer… En este escenario imagino un bote en alta mar sin motor, a la deriva, cuya dirección la determina el viento y las condiciones climáticas del momento. Al complementar las satisfacciones externas con esa armonía que podemos tener entre nuestro cuerpo, mente y alma que simplemente sabemos que está bien, que se siente bien actuar alineadamente con nuestros propósitos, sentido y valor de vida, encontramos nuestro motor para direccionar hacia el destino al que las fibras internas nos llaman. A eso que se siente bien, que hacemos sin propender por llegar a algún lugar en particular, sino que cada paso que damos hacia él es pleno, fluido, satisfactorio por sí mismo. Es una luz que seguimos sin cuestionar, porque confiamos, porque la vida vale la pena vivirla con ese sentido. Podemos perder el rumbo momentáneamente pero nuevamente coger el timón y redireccionar, podemos tener fracasos, equivocaciones, e igual entender que son parte normal y natural del hecho de ser humano y así, aceptarnos, amarnos, respetarnos y seguir adelante.

Ese balance entre el placer y el propósito nos balancea, nos vuelve más resilientes, confiados, amables con nosotros y con los demás, con mayor calma, ecuanimidad y mejor estar, que en últimas es esa sensación que podemos cultivar cada instante en lo que para mí se ha convertido la felicidad. Es la cosecha de la exposición de mis sentidos a los estímulos placenteros y la conexión con mi interior que direcciona mi propósito.

luz jara
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