El día de hoy quiero compartir algunos conceptos de la doctora Kristin Neff, y mi perspectiva e ideas acerca del enojo constructivo enmarcado en el tema de la compasión y autocompasión.
Tenemos como humanidad una oportunidad maravillosa de usar el enojo aportando a un mayor equilibrio a nivel personal, a las comunidades en las que vivimos, y a la sociedad en general.
A nivel de género, en general a las mujeres se nos ha enseñado a ser cuidadosas, amables, comprensivas, a dar apoyo, tiernas…, pero poco a nutrirnos con esos mismos ingredientes, que si los adoptamos para nosotras mismas pueden ser considerados actos egoístas. A los hombres por otro lado, generalmente se les inculca a ser fuertes, valientes, activos, defender territorios, pero no a ser tiernos o compasivos, menos con ellos mismos. Las frases que recuerdo y que todavía comparten hombres a quienes he tenido la oportunidad de acompañar en procesos son: Usted es un macho, los hombres no lloran, jugar con muñecas es de niñas…
De acuerdo a la doctora Neff, los estudios demuestran que entre más cuidado y compasión tengamos por nosotros mismos, menor la posibilidad de agotamiento emocional, mayores probabilidades de tener relaciones interpersonales más sanas y constructivas, y mayor energía disponible para la creatividad, el ingenio, y por supuesto, para estar mejor a nivel individual y colectivo. Explica cómo nuestro cerebro está diseñado para sentir las emociones de las otras personas a través de las neuronas espejo que nos hace sentir y percibir las emociones de otros, como cuando decimos que podemos sentir la energía pesada o amable de una persona, o su vibración. Siendo este el caso, cuando interactuamos con otras personas y tenemos una profunda autocrítica, frustración, poco agrado por nuestros cuerpos, sentimos que no somos adecuados o capaces, las neuronas espejo de las personas con las que interactuamos están captando esa información. Por supuesto, lo contrario también ocurre.
La importancia de la autocompasión es por ende crucial para estar bien con nosotros mismos y con los demás.
El enojo constructivo nos da motivación y ánimo para edificar y aunar esfuerzos para propender por mejorar las condiciones físicas y emocionales de las comunidades y humanidad en general. ¿Cómo podemos lograr esa maravilla? En mi modo de ver, sería posible si logramos dar a la mujer mayor fuerza para defender sus límites, para decir NO cuando hay que decir NO, para actuar en pro de lo que considera justo y apropiado de una manera asertiva, enérgica, decidida y compasiva. Es importante aquí tener en cuenta que la compasión involucra al individuo y a los demás. De otro lado, equipar al hombre con herramientas autocompasivas lo que, de acuerdo a notas anteriores, naturalmente lleva a la compasión por las personas en su entorno.
En últimas, pienso que es propender por un mayor balance entre la fuerza y la ternura, para lograr comprensión, escuchar con curiosidad y apertura) empatía y comunicación asertiva entre otras, y edificar en lugar de destruir.
El poder entender que la imperfección y no la perfección es el común denominador, nos permite disminuir el miedo al fracaso, a lo que digan los demás, a estar bien con lo que nos han enseñado que no está bien en nuestro cuerpo, mente y alma, y así descansar en quienes somos con compasión y amabilidad, lo que nos permite ver con empatía y comprensión otros seres humanos igual de imperfectos a nosotros propendiendo todos por un mejor estar.